Mi soledad y yo

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Otra vez aquella maldita pesadilla. ¿Cuánto tiempo más seguiría atormentándola?

Moira sabía bien la respuesta: POR SIEMPRE.

La pérdida de su madre aquella tarde de otoño fue algo que la marcó de por vida y su mente se lo recordaba insistentemente, sobre todo en las frías noches de aquellos días.

Se levantó como todas las mañanas, con el corazón encogido, con aquel desasosiego de lo que pudo hacer por ayudar a su madre.

Tal vez si hubiese gritado un poquito más fuerte; tal vez si no la hubiese esperado aquel día en la otra acera; tal vez si no se hubiese entretenido en el ordenador de la biblioteca… todas las posibilidades se agolpaban en su cabeza, martilleándola sin descanso, y la culpa y la rabia la consumían cada día un poquito más.

La vida tras aquel accidente le cambió por completo. Pasó de ser una niña divertida, alegre y risueña, a encerrarse en sí misma, no quería hablar con nadie, no quería tratos con nadie. Si no se acercaba a nadie todo estaría bien, no dolería su partida, no le angustiaría la soledad porque, al fin y al cabo, si ya estás sola, ya no queda nada a lo que temer.

Moira fue de casa de acogida en casa de acogida. Nunca hizo el esfuerzo de adaptarse a ninguna de las familias, no quería cogerles cariño, no quería que ellos salieran lastimados y por ende volver a sufrir.

Nunca fue mala niña, siempre fue correcta y educada, su madre bien la enseñó, pero se encerraba en su habitación y apenas soltaba palabra por lo que las familias decidían devolverla al orfanato.

Siempre fue autodidacta, le encantaba leer y aprender. Le apasionaba el mundo de los ordenadores y los videojuegos. Se pasaba horas enganchada a su pantalla, podía considerar el ordenador su más fiel amigo.

Cuando cumplió la mayoría de edad, la directora del orfanato le ofreció una plaza en la Universidad de Foxbury para estudiar informática, Moira iba muy avanzada en esa materia y estaban seguros que lograría sacarla con matrícula y tener una excelente vida llena de éxitos por delante, pero para ello debía gastar el dinero que le dejó su madre al morir. Moira tenía claro lo que quería hacer con aquel dinero y rechazó la matrícula. Cogió sus cosas y se marchó.

Y allí estaba, en el hogar que un día compartió con su madre. Le costó mucho conseguir que el casero se lo volviera a alquilar, Moira no tenía mucho que ofrecer, pero le prometió que no faltaría al pago mensual, iba a encontrar un trabajo, ya tenía varias entrevistas y estaba segura que con su talento aquello sería pan comido, y así logró regresar, un poquito, a aquella vida que el destino le había arrebatado tan pronto.

Moira: Buenos días mamá… Si… Ya lo sé… Debería maquillarme un poco, tengo cara de muerta y las mujeres siempre debemos lucir la mejor de las sonrisas, porque siempre podemos, lo merecemos y lo valemos. Ese era tu lema… te echo tanto de menos…

Se arregló, un poquito de maquillaje por aquí y ¡voilà! Ya teníamos a una Moira lista para comerse el mundo.

Llegó a las oficinas de Maxsims puntual, como todos los días. Esta vez le habían encomendado hacer de “guía turística” por las instalaciones de dos nuevos compañeros que se incorporaban a la compañía.

<<Genial… otros niñatos recién salidos de su carrera, con cara de flipaos y con aires de superioridad, con 50 postgrados y 10 masters… que gran día me espera…>> pensó con amargura.

Se le acercaron dos muchachos de lo más peculiares.

Liath: Perdona, estamos buscando a una chica… eeeemmmm…

Casius: Moira tío… Nos dijeron Moira.

Liath: ¡Eso! ¡Moira! ¡Nos tiene que enseñar esta pasada de lugar! Fua… ¡ya solo con la entrada estoy flipando lo más grande!

A Moira se le escapó la risa, esto sí que no se lo esperaba ¿dos fricazos en la empresa? Desde que la cogieron a ella no había vuelto a ver a nadie igual.

Moira: Bienvenidos a Maxsims, ¡la mayor empresa desarrolladora de videojuegos y APPs de todo San Myshuno! Moira Smith a vuestro servicio.

Casius: ¡Tócate los huevos! Lo queremos hacer a posta y no nos sale… ¡Hemos quedao como el culo Liath! Damos con la tía exacta a la primera…

Liath: ¡Joder Casius! ¡Y yo que sabía!

Moira: ¡jajaja! No os preocupéis, me habéis caído bien… y os puedo asegurar que eso es difícil… Vamos, os enseño todo esto.

Estuvieron viendo todas las instalaciones. En algo había acertado Moira, cara de flipaos tenían un rato largo, pero eran unos flipaos guais, más de su rollo. Estuvieron charlando y le sorprendió saber que ellos también eran autodidactas, nada de Universidad, todo lo habían aprendido en cursos de formación y escacharrando sus propios ordenadores.

Moira: ¿Sois de San Myshuno de siempre?

Liath: Que va… Yo vengo de Windenburg y mi primo de Oasis Springs.

Moira: ¡Vaaaaya! ¡Que encima sois primos!

Casius: Seeeeh… Y mejores amigos, ¡que no se te olvide!

Estamos ahora mismo en casa de mi prima mayor, la hermana de Liath.

Liath: Peeeero... Los vamos a dejar tranquilos muy pronto, no quiero invadir la intimidad de mi tata…

Oye Moira, ¿tú no sabrás de algún apartamento que sea asequible por aquí? Andamos super perdidos…

Moira: Pues ahora mismo que me venga a la mente, nop… San Myshuno está bastante solicitado, la verdad. Demasiadas empresas y muy pocos apartamentos.

Casius: ¿Lo ves? Estoy seguro de que a Alani no le importa que nos quedemos con ellos.

Liath: Si claro… Eso se lo contamos a mi cuñado también ¿vale?

Podríamos irnos una temporada con tu hermana y su novio, al menos ellos no tienen críos…

Casius: ¡Si hombre! ¿y tener que aguantar a esos dos empalagosos? ¡Que es mi hermana tío! ¡No me mola ver como Víctor le mete la lengua hasta la campanilla! Eeeeecs...

Moira llegó a casa después de un largo día de trabajo. Fue a ducharse y al salir se miró en el espejo… aún tenía la sonrisa dibujada en su rostro, ¿Cuánto tiempo hacía que no se veía así? Aquellos chicos realmente habían sido muy divertidos, se había sentido a gusto con ellos, había bajado la guardia, seguro que sería genial echarse unas partidas con aquel par…

<<¡echa el freno! Para, para, para Moira… ¡¿En qué coño estás pensando?! ¡Sola! Siempre mejor sola>>

Se hizo la cena y seguía dándole vueltas a la idea… su piso era grande, tenía dos habitaciones más, y la verdad es que compartir gastos no le iría mal, así podría permitirse algún que otro capricho sin tener que pasarse meses ahorrando… Quizás…

Fue hacia la foto de su madre, necesitaba desahogarse:

Moira: Mamá, hoy he conocido a unos chicos nuevos en el trabajo, la verdad es que me han dado muy buenas vibraciones… Necesitan encontrar un apartamento asequible y la verdad es que San Myshuno está un poco complicado si no es en la parte alta… ¿Qué te parece si les ofrezco habitación? Una locura ¿verdad? Buf… Yo con gente en casa… ¿Tú qué harías?

Se fue a dormir dándole vueltas y sabía perfectamente la respuesta que le daría su madre, la sentía como si en ese mismo momento se lo estuviese susurrando al oído:

“Claro que sí mi niña, ¡es una gran idea! Siempre has tenido buen corazón y esos chicos lo necesitan. Será bueno para ti, llevas demasiado tiempo sola y mereces sentirte arropada.”

Moira cerró los ojos y se acurrucó en la cama, sintiendo aquella calidez, aquel recuerdo de los brazos de su madre. Se durmió con la sonrisa dibujada en sus labios, la decisión estaba tomada.