7. Un encuentro inesperado

Las cosas marchaban bien en la vida de nuestro chico Gris, no era un lumbreras en el instituto pero se las apañaba bastante bien para ir aprobando. Aunque no lo hubiese conseguido sin la inestimable ayuda de su chica. Pasaba muchas tardes en casa de Yuki repasando y…

Haciendo otros menesteres… ¡ejem!

Seguía trabajando en el Burger Sims. Era un chico tan extrovertido y divertido que se hacía con las simpatías de todo el mundo y en más de una ocasión alguna propinilla le caía, cosa que le hacía muy feliz ya que así podía ahorrar sin problemas para los pasajes a la FrikiCon e incluso regalarle alguna vez alguno a Yuki y poder ir juntos.

De todos es sabido que la FrikiCon se celebra los martes, día lectivo, pero los sinvergonzones algunas pellas hacían de vez en cuando para poder pasar el día en aquel maravilloso lugar, siempre acompañados del tercer mosquetero, Casius.

En uno de esos días de pellas a escondidas los tres estaban disfrutando de aquel fantástico festival.

Casius: Chicos… Venga ya…

Tenéis todos los días para besuquearos y abrazaros, por dios que me hacéis saltar los colores…

Yuki: ¡Jajaja! Cas, ¿no será que nos tienes un poquito de envidia?

Yuki: Oye, tengo amigas la mar de monas que estoy segurísima que estarían encantadas de conocerte…

Casius se puso colorado y Liath no paraba de mirarlos divertido, Yuki siempre sabía cómo incomodar a su primo.

Casius: ¡¿Envidia?! ¡¿Yo?! ¿De parecerme a una babosa? Venga hombre no me hagas reír… Si tiene que ser super agobiante to el día pegaos.

Además, ya conozco “niñas super monas” en Oasis Springs, no necesito que me hagas de Celestina…

Un poquito enfadado y también un poquito avergonzado, Casius decidió irse a jugar por su cuenta.

Casius: ¿Sabéis qué? Ahí os quedáis.

Yo he venido a disfrutar del festival, no a besuquearme con nadie…

Liath: Venga Casius… No te mosquees hombre… Iba de coña…

Pero Casius ya se dirigía decidido hacia la tarima donde se realizaban las partidas On Line.

Liath sabía que su primo era muy retraído con las chicas, siempre tuvo la sensación de que, si mostraba su verdadero yo, si mostraba como era él realmente, todas saldrían despavoridas de su lado. Así que su mejor táctica para que no le rompieran el corazón era, simplemente, no acercarse a ellas.

Yuki: No entiendo porque Cas es tan reacio a conocer chicas… ¿Es gay? Porque también conozco a chicos… Es un buen tío, me encantaría que pudiéramos salir en plan parejas ¿sabes?

Liath: ¡Jajaja! Dios, que mi primo no te escuche nunca preguntarte eso ¡Jajajaja!

Liath: Bueno, es especial, simplemente eso, y ahora mismo no está por la labor de encontrar a nadie… Pero estoy seguro que tarde o temprano caerá…

Yuki besó nuevamente a Liath, sabían tan bien aquellos labios, eran tan dulces aquellos besos que no le importaba en absoluto quedarse pegado a ella un rato más. Al separarse Yuki se fue a comprar algo de comer en los puestecitos y Liath aprovechó para ir a las plataformas de realidad virtual.

Había mucha gente aquel día y sin darse cuenta se dio de bruces con alguien y los dos cayeron al suelo.

Liath se levantó rápidamente y le ofreció ayuda a la chica que había tirado, cuando la miró se dio cuenta de a quien tenía frente a él.

Cristina: Tranquilo, puedo sola… Iba despistada… Discul…

Cristina miró aquellos ojos grises y se quedó sin habla, no pudo articular palabra, por más que quería no salían más allá de su garganta.

Liath: ¡Popy! Pero… ¡¿Qué haces tú por aquí?!

Le ayudó a levantarse y quedaron los dos muchachos frente a frente.

Cristina tenía una mezcla de sentimientos en ese momento, le revoloteaban aquellas malditas mariposas en el estómago, pero a la vez una furia y una rabia se apoderaban de ella. Quería irse de allí lo más rápido posible.

Conteniéndose para que no percibiera como se sentía le contestó.

Cristina: Volvemos a ofrecer nuestro producto en el mercado de San Myshuno, vengo a ayudar a mis padres, ya sabes… tengo que hacerme con el negocio familiar…

Liath no salía de su asombro, la miraba a los ojos pero inevitablemente su mirada bajaba a sus labios, aquellos labios que un día besó.

Seguían siendo igual de rojos como las cerezas, pero esta vez no le regalaban ninguna sonrisa y sintió una punzada en su corazón.

Yuki se acercó por detrás, abrazándolo, sacándolo del torrente de emociones que estaba sintiendo en aquel momento.

Yuki: ¡Hola! ¿Os conocéis? Yo soy Yuki, la novia de Liath.

Liath: Yuki, ella es Popy, digo, Cris. Nos conocimos un verano, de niños, precisamente aquí, en la FrikiCon.

Yuki: Vaaaaya… ¡Que gracia! Casualidades del destino ¿no?

Yuki: Cari, voy a hacer cola en los simuladores, ¿te vienes?

Liath: Si, si… En seguida te alcanzo.

Y después de un largo beso, más largo de lo que cabría esperar para una despedida tan corta, Yuki se encaminó hacia la cola para el simulador.

Cristina: Veo que todo te va genial Liath, me alegro por ti.

Bueno, que siga yendo todo tan bien.

La despedida de Cristina era fría, no había sonrisas, no existía aquella calidez que sintió la última vez que se vieron, no había nada de aquella Cristina con la que hablaba a diario y se mensajeaba. Ni siquiera había un “nos vemos”, un “hasta luego”, era un ADIOS tajante.

Liath: Popy, espera… No… No estás bien… Tú no eres así…

Cristina: ¿Yo no soy así? No me conoces Liath, no te has preocupado en conocerme… Dejaste de escribirme de la noche a la mañana, dejaste de contestar a mis mensajes… ¿Era muy difícil decir un “¡Ey Popy, todo está bien!, ¿Cómo te va a ti?”? o simplemente decirme que tienes una novia celosa y que mejor sería dejar de escribirnos…

Liath sabía en el fondo que Cristina tenía razón, que no había actuado bien, pero seguir escribiéndole le hacía daño, seguir hablando con ella le rompía en mil pedazos y eso no podía decírselo. Ni tan siquiera fue capaz de decirle que estaba saliendo con alguien, posiblemente Cris también estuviese con un chico, pero él no lo quería saber, no quería que se lo contara.

La miró apenado y en sus ojos vio dolor, vio decepción y no podía seguir sosteniendo la mirada porque la vergüenza le podía… De repente la voz de su primo rompió aquella tensión.

Casius: ¡Dios mío Cris! No sabía que te encontraríamos aquí… ¿Al final os habéis dejado a Damián en Villagallina? Joder que carcas sois… me hubiese molado un montón pegarme unas partidas con él hoy.

El rostro de Cris se relajó y una sonrisa relucía en su boca cuando miró a Casius. Liath se quedó sorprendido, aquella conversación… Casius había seguido hablando con Popy durante aquel tiempo y nunca le dijo nada, jamás se lo comentó. ¿Por qué?

Ellos seguían charlando animadamente, pero Liath no los escuchaba seguía inmerso en sus pensamientos. Popy lo sabía, Popy lo sabía todo, sabía que tenía novia, incluso sabía que iban a estar allí… Tal vez incluso si tropezaron fue porque ella quería huir de la FrikiCon porque sabía que se podrían encontrar…

La muchacha se alejó, despidiéndose de Liath con un leve movimiento de cabeza.

Casius: Liath… ¿Estás bien? Parece que hubieras visto un fantasma tío…

Liath: ¿Por qué nunca me has dicho que seguías hablando con Popy? ¿Por qué nunca me has contado nada de ella?

Casius: No se… Los dos teníamos su número… tu decidiste dejar de hablarle, supongo que porque empezaste con tu novia… No pensé que fuese nada relevante para ti que te contara que yo si seguía charlando…

Y lo que Casius le dijo tenía todo el sentido del mundo, no le debía ninguna explicación y tenía todo el derecho a seguir charlando con ella, pero no pudo evitar que eso le doliera.

Sacudió la cabeza e intentó sacar su mejor sonrisa nuevamente. Cris y él tenían caminos muy diferentes, tal vez ese ADIOS era necesario entre ellos y así el destino quiso que fuera.

Terminó de pasar el día junto a su primo y su chica, disfrutando del festival, de los juegos y de las charlas, pero no pudo volver a enterrar en su corazón aquella mirada de decepción de Popy. Esta vez no.