Su amiga no le había engañado en absoluto. El paisaje que se extendía ante él era hermoso, no lo podía negar. Todo era verde: los árboles grandes y tupidos, los troncos cubiertos de musgo, el suelo cubierto de helechos.
Un aire puro que incluso dolía en los pulmones se respiraba en aquel paraje…
Casius: ¡PUAJ! ¡TÍO! Cris tenía razón, ¡aquí huele a mierda pura!
Bueno… Y un poquito a estiércol también olía; pero si aislabas aquel olor a campos fértiles, un suave aroma a hierba húmeda, a tierra mojada y a flores silvestres embriagaban tus sentidos y te transportaban a la nada, a la paz y tranquilidad de aquel lugar.
Los chicos fueron corriendo a dejar sus cosas en la habitación y a prepararse para salir, tenían claro que habían ido a hacer allí y no era otra cosa que reencontrarse con su amiga, aquella niña con la que tanto jugaron de pequeños aquel verano en San Myshuno.
Iban a salir por la puerta cuando Zuria les paró.
Zuria: Chicos, chicos, ¡pero donde vais con esas prisas! ¡Si acabamos de llegar!
Liath: Papá, hemos venido aquí con un propósito y tenemos pocos días.
Casius: ¡Eso tito! Tu pasea con la tita y diviértete que nosotros nos vamos a investigar. ¡Nos vemos para la cena!
Malena: ¡¿Cómo que para la cena?! ¡Chicos! Esperad…
No le dio tiempo a terminar la frase que los muchachos ya habían cerrado la puerta.
Malena: Pero será posible estos críos… ¡Hasta la cena dicen! ¡Si son las 11 de la mañana! ¿Y la comida? ¿Les has dado algo de dinero?
Zuria: ¡Jajajaja! Ay cariño… que los pajarillos se nos van volando… Tranquila que se espabilarán, de eso estoy seguro… y sino… en cuanto las tripas empiecen a rugirles vendrán despavoridos a devorar lo que les pongas, aprovecha para ponerles verdura ¡Jajaja!
Malena: Oye… Pues no es mala idea… Ya sabes el menú de hoy, podríamos bajar al pueblo y comprar algo de verdura, fijo que aquí es bien fresca…
Zuria: ¡Perfecto! Aunque… antes de bajar… creo que se me ocurre que podríamos hacer algo ahora que estamos tú y yo solos… me echas un cable para deshacer la maleta cielo…
Y los dos tortolitos fueron a la habitación a deshacer la maleta… Y quizás alguna cama que otra también…
Casius: Bueno Liath… ¿Por dónde empezamos? Porque no tenemos ni puñetera idea de donde vive, y la verdad es que en este pueblo si algo abundan son las granjas… ¿No me harás patearme todas las calles hasta dar con la suya verdad?
Liath: Mmmmm… Pues ese era mi plan inicial, sí…
Casius: ¿Desde cuándo eres tan cruel?
Liath: ¡Jajajaja! Venga, venga… ¿no te querías poner en forma primo? ¡Jajajaja!
Anda, vamos al centro del pueblo, este lugar no es muy grande, fijo que se conocen todos, tal vez si preguntamos a alguien nos pueda decir donde vive.
Se encaminaron hacia el pueblo, Liath se deleitaba con todo lo que le rodeaba. En aquel lugar reinaba el silencio, podía oír el rumor de la corriente del río, seguro que no andaba muy lejos de allí, el canto alegre de los pájaros, el sonido de sus pasos en el húmedo suelo.
El color verde predominaba en todo aquel paraje, los rayos de sol que chocaban con las gotas de rocío en las puntas de las hojas formaban destellos multicolor en el suelo dándole un aura mágica a aquel lugar.
Llegaron al centro del pueblo y había una plazoleta muy animada, con puestecitos donde sus propietarios gritaban a pleno pulmón anunciando las cosechas más frescas, las mermeladas más dulces, las lanas más coloridas… los muchachos vieron un bar y decidieron entrar allí, seguro que encontraban a alguien que los pudieran ayudar con sus pesquisas.
Y ciertamente aquel bar estaba bien lleno, seguro que lograban saber el paradero de su amiga en un santiamén.
Se acercaron hasta la barra, donde una simpática mujer atendía a todos con una gran sonrisa.
Sara: ¡Buenos días forasteros! Creo que vosotros no sois de por aquí, ¿Qué queréis tomar?
Liath: Nos has calado ¡jajaja! Pues la verdad es que sólo queríamos preguntar…
Antes de que Liath pudiera terminar su frase la voz de una muchacha lo interrumpió.
Cristina: ¡Muy buenos días Sara! Llego tardísimo, ¡perdóname! Pero te traigo una leche y unos huevos recién cogidos que estarán de rechupete en el menú del día.
Sara: Ya lo dice el dicho, ¡nunca es tarde si la dicha es buena! Gracias cariño, ¡hoy vamos a hacer unas tortillas espectaculares a vuestra salud!
Liath se quedó embobado mirando a aquella chica con aquella sonrisa deslumbrante, irradiaba alegría, positividad… unos golpecitos de su primo lo bajaron al mundo terrenal.
Casius: ¡Tío! Ya podemos dejar de buscar, ¡es Cris!
Cristina no se había percatado de la presencia de los chicos, así que en cuanto se fue hacia la puerta para salir ellos se apresuraron tras ella.
Aquella chica tenía un paso vigoroso y decidido así que al final casi les toca correr tras ella, hasta que Casius decidió pegar un chillido:
Casius: ¡¡CRIIIIIIIISSTIIIIIIIIINAAAAAAAAAAA!!
La chica paró en seco, se giró lentamente y cuando descubrió quien la llamaba se le iluminó la cara.
Cris: ¡Madre mía! ¡Pero si sois vosotros! ¡Los chicos de la FrikiCon! ¡Habéis venido!
Todos se abrazaron, ¡que alegría volverse a reencontrar!
Liath: Te prometí que vendríamos a Villagallina, así que aquí estamos, pensábamos que nos iba a costar más encontrarte la verdad, no nos dimos los teléfonos ni direcciones…
Acompañaron a Cristina a terminar con los recados que tenía pendientes y luego se encaminaron hacia la granja de sus padres, el lugar donde vivía. Fueron charlando todo el trayecto, contando sus aventuras y desventuras, sus rutinas diarias, como les iba en el instituto y al llegar al lugar un niño fue corriendo como un vendaval a abrazar a su hermana.
Damián: ¡Cris! ¡Cris! ¡Cris! ¡Llegaste! Mamá está preparando la comida.
¡Uy! ¿Y estos chicos?
Liath: ¡Vaya por dios! ¿Ya no te acuerdas de nosotros? Con la panzada de jugar que nos pegamos hace unos veranos en San Myshuno… Me acabas de partir el corazón… ¡¿PORQUÉ MUNDO CRUEEEEL?!
Liath era un comediante y el pequeño abrió los ojos como platos, ¿Cómo olvidar aquellos niños que les salvaron de las risas y las burlas de aquellos sinvergüenzas engreídos?
Cristina se los miraba divertida, cierto era que Damián era pequeño, pero habían hablado más de una vez de ellos y que les encantaría volverlos a ver.
Damián: ¡Noooo! ¡No os hemos olvidado! Ni Cris, ni yo… A veces hemos hablado de vosotros, que nos encantaría volver a veros, ¡lo pasamos suuuuuper bien aquel verano! ¿A que sí Cris? ¿A que sí? Díselo, díselo…
La muchacha cruzó una mirada con Liath y no pudo evitar ponerse algo colorada, si algo tenía Damián es que era un poquito bocazas.
Casius: ¡Justo igualito que aquí mi primo! Este es el regalo de cumple del señorito, venir a oler a estiércol y humedad. Y encontraros, por supuesto.
La verdad es que Casius tampoco se quedaba muy atrás en lo que a bocazas respecta y Liath se puso tan colorado que notó que le ardían hasta las orejas.
Damián: Oye, ¿os quedáis a comer? Aviso a mi mami y seguro que está a tiempo de hacer una ración un poquito más grande, hoy tocan MACARRONES mmmm… Me pierde la pasta.
Casius: Por favor… ¿A quién no le gusta la pasta? Si no es molestia yo creo que me apunto.
Damián: Vente, corre, vamos a casa y así les decimos…
Casius y Damián salieron corriendo hacia dentro de la casa dejando a Liath y Cristina solos. Después de un silencio un tanto incomodo, Liath rompió el hielo.
Liath: No me gusta romper mis promesas… Te prometí que vendría a tu territorio para que me lo enseñaras…
Cris: Me encantan los chicos de palabra.
Y le regalo la sonrisa más bonita y sincera que nunca nadie le había regalado. Se detuvo un instante a contemplar aquellos dientes blancos como el marfil, sus carnosos labios rojos como las cerezas y unos ojos que brillaban de alegría, que transmitían felicidad.
Finalmente se quedaron a comer con la familia, todos juntos en aquella mesa, disfrutando de risas y charlas. Luego por la tarde Cristina y Damián les enseñaron un poquito la granja, los cultivos, sus gallinas y su vaca y llama. Liath y Casius juguetearon con todos los animales, acariciaron a la vaca y aquella llama arisca algún escupitajo que otro les soltó, pero se lo pasaron estupendamente y las horas volaron.
Empezaba a oscurecer y los chicos debían volver a la casa que tenían alquilada, no sin antes quedar para el día siguiente para hacer un picnic con Cristina y alguno de sus amigos.
Llegaron a casa y la verdad es que habían comido tanto en casa de Cristina que ni hambre tenían, les explicaron a Zuria y Malena lo que habían hecho durante aquellas horas y ya cansados se fueron a su habitación para dormir no sin antes tener su pequeña charla.
Casius: Jo tío, no pensé que los fuésemos a encontrar tan rápido eeeeh… Ha estado super guay, siguen siendo tan divertidos como los recordaba.
Liath: Si… Es verdad… Son tan divertidos como los recordaba… Creo que incluso un poquito más…
Y tras aquellas palabras los dos muchachos se quedaron profundamente dormidos.
Hola Vero!... ahora se le dice a deshacer la maleta?... ok... apuntado... 🤣
Que exagerado Casius y los olores... jajaja... es aire puro hijo... jajaja
Veo que Casius va a ser el loquito del grupo... estoy adorando a este peliazul...
Y con esas miradas entre Liath y Cristina... yo estoy oliendo... a parte del estiércol... huelo a romance... y Liath dice que son mas divertidos que antes?... yo creo que solo habla de Cris... no me engañas Liath... jajaja
Un abrazo 😘
Ainnsss que divinos! Esas promesas que cumple mi chico a rajatabla! Cristina seguro que encantada…
Ay mis niños!! Veo a cupido pululando por ahi amiga!! Liath prontito estrenara corazoncito, eaperoq no se lo rompas doña.... Q se que te gusta a ti hacerlos de sufri!!! 🥺🥺🥺