25. Un mundo patas arriba

Han pasado dos semanas desde que Uri vino a San Myshuno. Por más vueltas que le doy sigo sin entender muy bien qué hacía aquí, porqué había venido, ¿simplemente para decirme que me fuese bonito? ¿Y su boda? ¿Se ha casado ya? Tampoco he vuelto a hablar con Tania.

Estos días, Víctor también ha estado liado en el trabajo y nos hemos visto poco. Aunque esta noche hemos quedado para salir, iremos al pub, nos haremos unos karaokes y pa casa.

La noche fue divertida, después de lo que pasó estábamos ambos algo cohibidos, no habíamos vuelto a hablar sobre el tema, así que unas copitas y el ambiente cambió completamente, volvía a ser todo como antes, cantamos a pleno pulmón (fatal, por cierto), nos reímos muchísimo y llegó el momento de volver a casa.

Víctor me acompañó a la mía.

Víctor: Ha estado guay Al… Tenemos que repetirlo, pero la próxima vez será mejor que vayamos con alguna canción preparada o nos echarán por escándalo público - literalmente.

Alani: Madre mía Víctor… ¿Y tú eres hijo de una gran música?

Víctor: “Touché”

Era momento de despedirse, me sentía tan a gusto con él… que sin pensarlo mucho lo atraje a mí y le besé. Víctor me siguió el juego, los besos subían de intensidad, me acariciaba, se apretaba contra mí y yo… No sentía aquella chispa, aquello que te hace vibrar, que te acelera el pulso y solo deseas más y más de esa persona…

Le frené… Él estaba receptivo, si le hubiese pedido que entrara lo hubiese hecho sin pestañear, pero yo no era capaz. No podía acostarme con Víctor sin más, solo por despecho o por desfogarme… él no me hacía sentir lo que me hacía sentir Uri… solo pensar en el roce de sus labios con los míos hace que todo mi cuerpo se estremezca.

No puedo engañar a Víctor, no se lo merece.

Alani: Lo siento Víctor… no puedo… no es justo que te haga esto… te quiero muchísimo… pero no de la forma que tú deseas…

Víctor: Es por ese chico ¿Verdad? El que vino de Windenburg…

Me quedé callada un segundo, le iba a contestar pero él se adelantó.

Víctor: Me fijé en cómo le mirabas… Y también vi cómo te miraba él… No entiendo vuestro rollo, os queréis… ¿Por qué no estáis juntos?

Me besó en la frente y se marchó. Me dejó totalmente perdida, no pude pegar ojo en toda la noche dándole vueltas a lo que me había dicho. ¿Por qué era todo tan contradictorio con Uri? Sus actos demuestran una cosa pero sus palabras dicen otra… Me cuesta tanto entenderle…

Ya no puedo más con esta incertidumbre. Mañana cojo un vuelo y me voy a Windenburg, necesito estar con mi familia y necesito hablar con Uri, sólo quiero entenderle para poder pasar página de una vez.

Llegué a casa, mis padres me recibieron con un fuerte abrazo, que bien sienta estar un ratito en los brazos de papá. Les comenté que iba a ver a Tania.

Zuria: ¡Vaya hija! ¿Acabas de llegar y ya te marchas?

Malena: Vamos gruñón, que ya sabes que hace mucho que no ve a su mejor amiga…

Alani: Os prometo que mañana me paso el día entero con vosotros, que os echo mucho de menos.

Papi… ¿Me harás esas madalenitas tan ricas que tú haces? Porfiiiiiiiii…

Estaba delante de la puerta de Uri, tenía un nudo en el estómago ¡Qué nervios! No sabía qué me iba a encontrar… Si se había casado, si aún viviría en aquella casa…

Por un momento las fuerzas me flojearon, mi subconsciente me decía “sal corriendo de aquí, ¿Quieres verlo con una familia feliz? ¿Lo podrás aguantar?” Pero necesitaba respuestas, así que llamé.