23. Te quiero (Parte 1)

Uri leía una y otra vez aquel mensaje que tenía en borradores. Aquel mensaje donde abría su corazón y que no fue capaz de enviar. En el último mes no daba pie con bola, estaba disperso, no podía dejar de darle vueltas a lo mismo…

Tania: ¡Ey alelao! Te has vuelto a quedar embobado… ¿Se puede saber qué te pasa últimamente Uri? Oye, tengo a tu novia histérica al teléfono, ¿le digo que si eso os casáis otro año?

Uri se sobresaltó.

Uri: ¡Joder! ¡Los preparativos!

Habíamos quedado hoy con el metre del restaurante para ver la disposición de las mesas ¡Mierda!

Salió pitando de casa y llegó en un santiamén al restaurante rezando porque no le llegara ninguna multa de tráfico.

Judith lo esperaba junto al organizador de la boda, con cara de enfado. Uri se disculpó un millón de veces y fueron juntos hacia el salón donde celebrarían el banquete.

Judith y el organizador no paraban de hablar pero él ya no estaba en la conversación, volvía a estar en su mundo, no creía en esas chorradas, si se casaba era por capricho de ella.

Pasó toda la mañana diciendo “Si, cariño” “Como prefieras, cariño” sin saber realmente lo que le estaban proponiendo, si le hubiesen propuesto una boda en pelotas la hubiese aceptado sin rechistar. Cuando salieron del restaurante fueron a pasear un poco, era verano pero en Windenburg el calor no era sofocante, Judith seguía hablando emocionada, bla, bla, bla… Pero Uri cada vez tenía más claro qué debía hacer.

Paró en seco y se la quedó mirando. Era una mujer preciosa, cariñosa y alegre pero… No la amaba. Lo había intentado, de veras había deseado con todas sus fuerzas amarla, pero en su cabeza y en su corazón seguía estando aquella chica de cabello color naranja y pecas en la cara, un poco torpona pero tan divertida… Había pasado el tiempo pero Alani seguía muy presente en su corazón.

Judith: Cariño ¿estás bien? ¿Pasa algo?

Tomó aire, no quería herirla pero no podía seguir con todo aquello.

Uri: Judith… No puedo casarme contigo… Lo siento, sé que estoy siendo un cabrón pero no puedo… No puedo seguir engañándome a mí mismo y mucho menos a ti…

Judith: No he logrado que la olvidaras ¿verdad? ¿Crees que no me he dado cuenta? Desde el primer día que apareció por tu casa lo noté… Y cuando dijo que se iba… Tu ya no estabas Uri…

Márchate.

Uri la besó en la frente y arrancó a correr dejándola sola mirando cómo se alejaba.

De camino a casa llamó a varias empresas hasta que encontró una que le daba lo que necesitaba, hizo la reserva para aquella misma noche. Llegó como alma que se la lleva el diablo, hizo una mochila con cuatro cosas y se dispuso a marchar.

Tania lo observaba atónita sin entender nada.

Tania: Pero… ¡¿Qué haces?! ¡¿Y esas prisas?! ¡¿A dónde vas?! ¡Tío que te casas en nada!

Uri la abrazó.

Uri: Voy a hacer algo que debía haber hecho hace mucho tiempo, cuando regrese hablamos, tengo demasiado que contarte…

Tania se quedó perpleja, si la intención de su hermano era tranquilizarla no lo había conseguido en absoluto. Cuando Uri ya casi había cerrado la puerta gritó.

Tania: ¡Al menos avísame de que has llegado bien donde quiera que vayas!

Cinco interminables horas de coche y por fin llegó al apartamento que había alquilado en San Myshuno. En esas horas consiguió dar con la dirección donde vivía ella. Dejó su mochila, mandó mensaje a Tania para dejarla tranquila y salió hecho un manojo de nervios en busca de Alani, empezaba a hacerse de noche pero necesitaba verla.

-Ahora pon la voz en tus altavoces y deja que ellos te expliquen como termina esta primera parte (espero que os guste)-