14. Sueños Rotos

Aún no sé ni cómo he llegado a casa… Iba ennortada… Lo veía todo borroso… Las lágrimas no dejaban de caer y me dolía tanto el pecho, parecía que me hubiesen clavado mil puñales… No quería que mis padres me vieran así, así que he esperado fuera en la calle hasta que me he calmado un poco.

He entrado a hurtadillas, ellos estaban riendo y charlando en la cocina, supongo que estaban haciendo la comida, y yo me he encerrado en mi habitación.

Mi pequeño Liath, no será un lumbreras en los estudios, pero si algo tiene es un sexto sentido, esa sensibilidad para notar que algo no marcha bien. Al poquito ha entrado en la habitación y se ha sentado a mi lado, se ha quedado en silencio, mirándome y entonces.

Liath: Tata… suéltalo… No te lo guardes… yo me quedo contigo, si quieres te doy la mano…

Solo necesitaba que me dijera eso para ponerme a llorar como una niña pequeña… Necesitaba sacar todo el dolor que tenía dentro… No entendía nada, ¿Qué había hecho mal? Todo había sido tan perfecto la semana anterior… ¿De veras me consideraba sólo un polvo fácil? ¿De veras estaba enamorado de otra chica? No era lo que me transmitió cuando estuvimos juntos…

Liath: Tata… ¿Qué te ha pasado? ¿Te has peleado con tu amiga? ¿Es por qué se marcha Taro? ¿Llamo a papá? Ya sabes que los abrazos de papá curan todos los males, a mí me pasa…

Tenía la cabeza a punto de explotar, le miraba pero parecía que estaba en otra dimensión, Liath me miraba muy preocupado y vi cómo se alejaba “no, no, no… ¡No vayas a decirle nada a papá!” pero supongo que sólo lo pensé y no lo llegué a gritar.

Al segundo estaba papá conmigo, preocupado, hablándome cosas que no lograba entender porque cientos de preguntas se agolpaban en mi cabeza.

Papá veía que no reaccionaba, estaba preocupado de veras así que lo único que ha podido hacer ha sido abrazarme, abrazarme muy fuerte y he terminado de derrumbarme… Poco a poco me he ido calmando con sus caricias, ahora podía escuchar sus susurros “ya está cariño… todo irá bien mi niña… ya pasó…” He terminado tan agotada que me he metido en la cama y no me he despertado hasta la noche.

Cuando me he levantado, he bajado al salón y mi hermano ha venido volando a abrazarme, es que… ¡no puedo quererle más dios mío!

Liath: ¡Tata! ¿Estás mejor? ¿Se te ha ido la tristeza?

Le he sonreído como he podido pensando “no peque… esta tristeza tardará tiempo en irse…” pero me he hecho la valiente.

Alani: Si peque, ya estoy súper bien, tenías razón, ¡los abrazos de papá lo curan todo!

He ido a ver a mis padres para dejarlos tranquilos, no me han preguntado mucho.

Malena: ¿Estás mejor cariño? Menudo susto nos has pegado hija…

Alani: Si mamá, ya está, recuperada completamente.

Papá vino a abrazarme.

Zuria: Cariño, estamos aquí para apoyarte, si necesitas explicarnos algo o necesitas desahogarte sabes que te escucharemos, no estamos para juzgarte, estamos para guiarte en tu camino ¿de acuerdo?

He estado un rato charlando con ellos, me han hecho sentir tan bien, necesitaba estos ratitos con mi familia, hacía unos meses que no le dedicábamos un rato a estar juntos…

Alani: Creo que llamaré mañana a Taro… últimamente he estado poco con él, me apetece muchísimo ir a verlo.

Mis padres se miraron extrañados, ¿Qué pasaba ahora? ¿Qué había dicho? Mi hermano me ha sacado de la duda al instante.

Liath: Pero tata… Si yo pensaba que llorabas porque Taro se iba… ¿No lo sabías?

¿Cómo que Taro se va? ¿A dónde se va? Creo que mi cara era un poema porqué mamá enseguida me ha explicado.

Malena: Taro ha decidido ir a Monte Komorebi a cubrir el puesto de Isao. Por lo que nos ha contado Jordan, su abuelo está muy enfermo e Isao tenía que sucederle pero Taro les pidió si podía ser él. Ya sabes que ama su condición y tiene un gran respeto por su abuelo y su Orden. Mañana se va hija… Pensábamos que lo sabías…

¿Cómo podía ser? Taro no me había contado nada…

Alani: No mamá… No lo sabía… ¿A qué hora se va?

Me he puesto el despertador bien pronto, mañana mi mejor amigo se va a medio día y necesito hablar con él, sé que desde que he estado con todo el rollo de Tania y Uri he descuidado nuestra amistad, pero Taro me importa mucho y necesito abrazarlo y pedirle perdón antes de que se marche.

Hoy ha sido un día que hubiese preferido olvidar… Pero, como me dijo papá, en este diario tiene que quedar todo… Tanto lo bueno, como lo malo.