7. Vacaciones en Sulani (parte 1)

Hace días que no escribo, en Sulani ni tenía tiempo ni tenía ganas así que ahora que tengo un ratito en mi nuevo hogar voy a ponerme a ello, todos mis recuerdos tienen que quedar guardados, buenos o malos.

Nos quedamos en la playa del alojamiento, el día anterior llegamos muy tarde por la noche y la verdad es que no teníamos muchas ganas de explorar tan pronto… bueno… Becks si, ya sabemos lo hiperactiva que es.

(¡Gracias @Yrandsims por enseñarme este solar! ¡Me fue de perlas!)

Chapuzones, tostarnos al sol vuelta y vuelta, castillos de arena y escuchar las historias de Sulani de la mano de nuestro "queridísimo" Tortuguero. Un día de lo más vago, intenté varias veces acercarme a Becca pero ella no hacía más que evitarme.

Los siguientes días si que hicimos cosas, fuimos a bucear, a descubrir la gruta perdida de las sirenas, incluso nos tocó ir a realizar una marcha activista de limpieza de playas, como no. Ninguno de esos días Becca fue accesible, constantemente se me escapaba…

Todos estaban entusiasmados con todo lo que hacíamos y yo solo quería encontrar un segundo para poder hablar con Becca… Ella estaba genial, estaba en su salsa pero yo tenía una presión en el pecho que no podía ni respirar… ¿Qué coño le estaba pasando?

Una noche fuimos al bar de la isla a tomar unas copas, Becks salió un momento para ir al baño, ¡era mi momento! Con una excusa salí yo también, me acerqué a ella y la arrinconé, íbamos a hablar ahí y en ese preciso instante, no iba a permitir que se me volviera a escapar.

Becca forcejeó, nuestras caras estaban a escasos centímetros, podía sentir su cálido aliento, su respiración entrecortada… Me dijo que no teníamos nada de que hablar.

Becca: No soy el segundo plato de nadie Nane, ¡vete con tu Lily a donde te plazca!

Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos y entonces la besé, la besé como si no fuese a haber un mañana.

Cuando nos separamos Becca me abofeteó. Sentí como mil puñales se clavaban en lo más profundo de mi corazón. Se secó las lágrimas y se marchó. Me quedé solo, me recompuse como pude y volví con el grupo.

Lily me abrazó y me pidió que nos fuéramos ya, que no le apetecía seguir allí. Así que nos despedimos de los chicos y nos fuimos dando un paseo… No cruzamos palabra en todo el camino, íbamos cada uno con sus pensamientos escuchando el bonito concierto de las cigarras y los grillos.