2. La Casa Encantada

Acaban de empezar las vacaciones de verano, ¡tenemos 2 mese enteritos para divertirnos! Salir al parque, jugar a la consola con Lucas, ver las estrellas con Naos, ¡¡buah!! ¡¡Van a ser las mejores vacaciones de mi vida!!

Hoy hemos ido a ver a la abuela de Joana, me encanta ir a merendar a su casa, ¡hace unas galletitas de muerte! Y me gusta ayudarla en la cocina, Coral y Lucas se ríen de mí pero me da igual, la verdad es que Victoria es lo más parecido que tengo a una abuela para mí, nos cuida y nos mima un montón y yo la quiero muchísimo.

Mientras la abuela nos enseñaba a hacer punto, Coral empezó a contar nuevas historias espeluznantes.

Coral: ¿Sabéis que dicen que en la casa abandonada hay fantasmas? Se rumorea que han escuchado golpes y risas y ¡han visto haces de luz!

Lucas: venga ya Coral, esa casa está deshabitada desde hace mil años, ¡hasta yo que no soy de aquí lo sé!

Nos hemos ido de casa de Victoria, ya era tarde y de camino a nuestras casas seguíamos charlando sobre la casa abandonada.

Coral: ¡Oye! Pues si tan seguros estáis de que no hay nada… ¡¿por qué no nos acercamos y echamos un vistazo?!

Zuria: Ay Coral, ¡eres un culo inquieto! Tus madres te van a poner el castigo del siglo como llegues tarde.

Coral: ¡¿Veis?! ¡Sois todos unos cagaos! Sabía yo que no tendríais valor…

Jordan: Para el carro monina, ¿¿a quién llamas tu cagada?? Vamos a enfilar pa esa casa a la de ya, ¡aún tengo media hora de margen!

Y dicho y hecho, toooodos derechitos a la casa abandonada, ¡estas chicas nos van a meter en un follón!

Aquella casa era enorme y tenía un aura que te ponía los pelos de punta con solo mirarla. La puerta estaba cerrada así que la rodeamos y vimos que por la puerta que daba al jardín se podía entrar. Al adentrarnos nos quedamos sorprendidos, parecía limpia y ordenada, tenía muebles y no daba la sensación que estuviese deshabitada.

Lucas: ¡¡Wualaaaa chaval!! ¡¡Que pasada!! ¿¿Pero en serio esta casa está deshabitada?? No lo parece…

Coral: ¡¡Ssssht!! ¡¡No grites Lucas!! ¡¡O los fantasmas nos oirán!!

De repente empezamos a escuchar ruidos, ¿pasos? ¿Una respiración acelerada? Empezamos a oír un rugido y salimos despavoridos de allí, ¡¡Dios!! ¡¡Sí que había fantasmas!!

Mientras salíamos por patas me dio por girarme a volver a ver aquella espeluznante casa, me podía más la curiosidad que el miedo y no sé si fue producto del pavor pero ¿podría ser que asomado a la ventana viera la imagen de un niño mirándonos?

He llegado a casa con el corazón a mil por hora, encima, como he llegado tarde, papá y mamá me han castigado (gracias Coral…), mañana no podré salir, aunque la verdad es que poco es el castigo, si llegan a enterarse de lo que hemos hecho me quedo sin salir hasta que cumpla 20 años por lo menos. En fin, se terminaron las aventuras por hoy, ¡buenas noches!